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Una constructora china está expandiendo su cartera en Latinoamérica y surgen dudas sobre su confiabilidad

A medida que China busca consolidar su posición como potencia global, las prácticas de empresas como China Harbour Engineering Company plantean preguntas importantes sobre la transparencia, la ética empresarial y la responsabilidad en el escenario internacional.

Una constructora china está expandiendo su cartera en Latinoamérica y surgen dudas sobre su confiabilidad

En los últimos años, China ha consolidado su posición como líder económico mundial, un logro atribuido principalmente a las reformas económicas impulsadas por Deng Xiaoping en favor del libre mercado. Sin embargo, no podemos olvidar que China es un régimen de partido único, con el Partido Comunista de China (PCCh) desempeñando un papel central en las relaciones del país asiático con el resto del mundo.

Para expandir su poder global, China no solo recurre a herramientas geopolíticas tradicionales, como el establecimiento de bases militares, sino que también utiliza el comercio como un método de extensión de influencia, una estrategia evidente en su actuación en la región de Medio Oriente. Es crucial tener en cuenta que las empresas chinas que operan a nivel mundial en su mayoría responden a las demandas del PCCh, y su participación no está libre de controversias.

Un caso destacado es el de China Harbour Engineering Company (CHEC), una contratista de ingeniería subsidiaria de China Communications Construction Company (CCCC), especializada en la construcción de infraestructura, especialmente en países periféricos. CHEC ha enfrentado múltiples críticas y controversias relacionadas con el soborno, la corrupción o la ineficiencia.

Un ejemplo es el caso de Bangladesh, donde en 2018 la compañía asiática fue incluida en la lista negra del país del sur de Asia debido a ofrecer sobornos a funcionarios gubernamentales. Por este motivo el Gobierno llevó a cabo una investigación sobre los proyectos en curso en los que la empresa china está involucrada, incluyendo la expansión de la autopista Dhaka-Sylhet.

En Costa Rica, en 2018, CHEC fue contratada para la ampliación de la Ruta Nacional 32, una obra que conecta San José con el puerto caribeño de Limón, con fecha de finalización original en 2020. Sin embargo, el proyecto ha experimentado retrasos significativos, y el ministro de Obras Públicas y Transporte de Costa Rica, Luis Amador, expresó su preocupación por el diseño deficiente y los posibles impactos ambientales, llegando a decir que “es un proyecto pobremente diseñado donde se toma una carretera existente y se amplía como autopista”.

Otro episodio controvertido ocurrió en Sri Lanka en 2018, cuando el Ministro de Estado de Finanzas y Medios de Comunicación, Eran Wickramaratne, solicitó una investigación sobre CHEC por informes que sugerían financiamiento a la campaña de Mahinda Rajapaksa durante las elecciones presidenciales de 2015. CHEC negó estas acusaciones.

Este año, CHEC ha firmado contratos importantes, como la continuación de la construcción de un puente sobre el canal de Panamá y la responsabilidad de construir el metro de Bogotá. Aunque la empresa asiática ha asegurado que estos proyectos se llevarán a cabo sin interrupciones ni retrasos, solo el tiempo revelará la veracidad de estas afirmaciones ya que la experiencia de otros países ha sido negativa.

La expansión global de CHEC deja en evidencia la complejidad de las relaciones internacionales en el siglo XXI. A medida que China busca consolidar su posición como potencia global, las prácticas de empresas como China Harbour Engineering Company plantean preguntas importantes sobre la transparencia, la ética empresarial y la responsabilidad en el escenario internacional. Este contexto abre la puerta a un debate sobre cómo abordar las relaciones comerciales globales en un mundo cada vez más interconectado. Fenómenos como estos no se nos pueden pasar desapercibidos si queremos tener una comprensión real de cómo funciona el mundo.

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