Una vez más, la región del Cáucaso se ve azotada por una escalada militar en el Nagorno-Karabaj. En este caso, Azerbaiyán lanzó una operación militar, la cual incluyó bombardeos en la capital del enclave mayoritariamente armenio, Stepanakert.
El primer ministro de Armenia, Nikol Pashinyan ha declarado que Armenia no va a entrar en guerra con Azerbaiyán por el territorio conocido como la República de Artsaj. Esto ha causado manifestaciones afuera de la sede del gobierno armenio, con el pueblo pidiendo la dimisión del mandatario. Cabe recordar que Pashinyan ya había dado indicios de una posible renuncia armenia a la causa artsají.
Según el ministro de Defensa azerí, la operación constituye “actividades antiterroristas, con el fin de garantizar las disposiciones de la Declaración Trilateral, reprimir las provocaciones a gran escala y asegurar la retirada de las formaciones de las Fuerzas Armadas de Armenia de Nagorno-Karabaj, neutralizar su infraestructura militar, garantizar la seguridad de la población civil y del personal militar azerí y, en última instancia, restaurar el orden constitucional de la República de Azerbaiyán“.
Desde el inicio de la operación lanzada por Azerbaiyán, dos civiles armenios han muerto, uno de ellos menor de edad, y otros 11 han resultado heridos. Por demás, seis policías y civiles azeríes han muerto por la explosión de una mina, que han quedado en el territorio luego de varios enfrentamientos durante el siglo pasado entre ambos países.
La operación militar llega luego de una escalada de tensión en los últimos meses entre las partes, la cual está relacionada con el bloqueo impuesto por las fuerzas azeríes al corredor de Lachin, que conecta Armenia con Artsaj, resultante del acuerdo alcanzado en 2020.
Como se mencionó anteriormente, este conflicto tiene raíces profundas. En 1988, la región autónoma de Karabaj, étnicamente armenia en su mayoría, pero perteneciente a la República Socialista Soviética de Azerbaiyán, pidió ser incorporada a Armenia. Entre los conflictos regionales de carácter étnico y la disolución de la Unión Soviética, Armenia y Azerbaiyán se embarcaron en una guerra abierta en 1992, que recién culminó en 1994 gracias a la mediación de Rusia. No obstante, este conflicto produjo la muerte de 30.000 personas y el desplazamiento de un millón de personas.
Armenia resultó victoriosa en esta primera guerra del Nagorno-Karabaj, razón por la cual el país armenio rápidamente estableció control sobre el enclave y ciertas áreas azeríes, pero sin entregarle reconocimiento a la República de Artsaj. Por ello, no se alcanzó un acuerdo de paz concreto, sino que simplemente un alto al fuego. Es así entonces que el llamado Alto Karabaj quedó bajo control armenio.
Este alto al fuego se quebró, luego de 30 años de diplomacia y negociaciones fallidas, en septiembre del 2020. Durante este periodo de tiempo, Azerbaiyán estrechó sus lazos con Turquía, eterno enemigo de Armenia, y mostró un crecimiento económico gracias a la explotación de sus recursos petrolíferos. En ese contexto, avanzó sobre el enclave de control armenio en septiembre de 2020, librando así la Segunda guerra del Nagorno-Karabaj.
La misma duró aproximadamente 40 días, dejando un saldo de 7.000 personas fallecidas. Lo más relevante del conflicto fue que Azerbaiyán logró recuperar una gran parte del territorio que habían perdido en 1994. Luego de la contienda, el frágil acuerdo de paz mediado por Rusia, y con Turquía como observador, determinó que Armenia debería retirar sus fuerzas cercanas al territorio en disputa, además de la creación de una misión de mantenimiento de paz con personal ruso.
Ya en el presente año 2023, el tercer enfrentamiento bélico se da en un contexto de incertidumbre e inestabilidad geopolítica. Por un lado, Azerbaiyán continúa estrechando sus lazos con Ankara, además de haber adquirido apoyo armamentístico de Israel. Sumado a ello, sus relaciones con la Unión Europea han mejorado exponencialmente, lo cual se ha plasmado en la firma de un acuerdo para la exportación de gas y petróleo, minimizando la dependencia europea de Rusia.
El gigante euroasiático, liderado por Vladimir Putin, solía jugar un papel de relevancia en la región del Cáucaso, hasta que decidió concentrar sus esfuerzos militares y recursos económicos en el frente con Ucrania.
Rusia y Armenia, ambos parte de la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva, la cual está liderada por Rusia y de la cual forman parte otros cuatro países de Europa y Asia Central, son cercanos aliados. A pesar de esto, la poca capacidad de Rusia de seguir jugando en el Cáucaso ha causado ciertas rispideces entre ellos y los armenios.
“La catastrófica invasión rusa de Ucrania significa que Armenia ya no puede confiar en Moscú como garante de su seguridad, mientras crece el temor a una vuelta al conflicto abierto con Azerbaiyán“, declaró Pashinyan en una entrevista reciente. Esto ha hecho que los armenios velen por un acercamiento a Estados Unidos, generando así un malestar en los altos rangos del Kremlin.
“La cooperación entre Estados Unidos y Armenia en el campo de la seguridad se ha intensificado. Armenia ha estado cooperando con Estados Unidos, y también con India, Francia y Grecia, para diversificar sus asociaciones de seguridad y reducir su excesiva dependencia de Rusia, lo que el primer ministro de Armenia dijo que había sido un error estratégico”, manifestó Nvard Chalikyan, investigadora del Instituto de Investigación de Políticas Aplicadas de Armenia, en una entrevista concedida a El Confidencial.
Como entiende Chalikyan, Armenia también ha empezado a proveerse de armamento de la India, que busca posicionarse como una potencia regional y como exportador militar de primer nivel. Asimismo, Armenia ha buscado relacionarse amigablemente con Irán, país con el cual comparte una extensa frontera, sobre todo debido a las tensas relaciones diplomáticas que mantiene la República Islámica con Azerbaiyán. Cabe aclararse que el país persa no permitiría que Azerbaiyán cree un corredor con el enclave de Nakhchivan.
Todo esto engendra una puja de poder en el Cáucaso. La antigua esfera de influencia rusa está sujeta a grandes cambios en una lucha estratégica importante. Al estar focalizado en su guerra con Ucrania, Rusia deja un vacío de poder que quiere ser ocupado por varias potencias: no solo Estados Unidos y la Unión Europea, sino también Turquía, Irán y la India, país que busca expandir su campo de influencia. En todo esto, no sería descabellado pensar a China como un actor influyente a considerar a partir de ahora.