Un reciente trabajo titulado “Escritos de la RPC (República Popular China) sobre disuasión estratégica: La disrupción tecnológica y la búsqueda de Estabilidad Estratégica”, de los autores Alison A. Kaufman y Brian Waidelich, señala que la política de disuasión de la RPC está cambiando.
Históricamente China, una potencia nuclear media, solía tener como eje de su disuasión la posibilidad de sobrevivir un ataque nuclear al tener la capacidad de responder con las mismas armas ante un potencial enemigo. Si un Estado agresor analiza que el Estado al que pretende atacar puede devolver el golpe utilizando las mismas armas, en especial armas nucleares, aquel tendrá fuertes incentivos para no atacar el país, pues nos encontramos ante un escenario de “mutua vulnerabilidad”
En 1963, durante una disputa en la frontera entre China e India, Estados Unidos consideró realizar un ataque nuclear preventivo para defender a Nueva Delhi. Si bien esta opción luego fue rechazada, de la misma manera que había sido rechazada en el marco de la guerra de Corea, donde también se analizó la utilización de una bomba atómica contra suelo chino, la posibilidad de utilizar armas nucleares para evitar enviar grandes contingentes de tropas estadounidenses a la zona fue puesta sobre la mesa.
Esta opción ya no era posible en 1964. En mayo de ese año, China se unió al selecto club de las potencias nucleares al detonar una bomba de 25 kilotones. En 1967, gracias a los avances tecnológicos, lograría producir una bomba de hidrógeno, dando pie al surgimiento de la estrategia de disuasión nuclear en China.
Desde entonces, China ha sido una potencia nuclear media como India o Pakistán, ambos operando bajo la misma lógica china. Siempre y cuando existiese una capacidad de respuesta ante un potencial ataque nuclear, se disuadiría al agresor. Como señalan Kaufman y Waidelich, esta lógica iba acompañada de una férrea política de no utilizar armas nucleares de forma ofensiva, sino sólo en respuesta a un ataque extranjero.
La posición oficial frente a los Estados Unidos era que China poseía una “estabilidad estratégica asimétrica”, por la cual si bien el país norteamericano tenía un número considerablemente superior de cabezas nucleares, además de otras capacidades militares superiores, Beijing retenía suficiente arsenal como para ser capaz de infringir severos costos a un ataque nuclear estadounidense. Siempre y cuando se mantuviera la disuasión, no habría razones para generar una carrera armamentística entre ambos.
El problema es que muchos académicos en China estaban comenzando a argumentar que nuevas capacidades militares no nucleares tienen la capacidad de erosionar la capacidad de un ataque de respuesta. Armas como los misiles hipersónicos presentan la posibilidad de reducir el efecto de disuasión nuclear. Kaufman y Waidelich señalan que dentro de China se está considerando avanzar en las capacidades tanto nucleares como no nucleares para mantener la disuasión.
¿Qué quiere decir esto en la práctica? China está llevando a cabo una expansión de su sistema de armas nucleares. Se está abandonando la histórica política de disuasión mínima para pasar a competir en cantidad de armas tanto con Estados Unidos como con Rusia. Según información oficial de Estados Unidos, hoy en día, la República Popular tiene unas 400 ojivas nucleares, número que se incrementará a 1.500 en 2035.
Esto se suma a que China está avanzando sus capacidades de proyección marítima con portaaviones, modernizando y profesionalizando a sus efectivos y desarrollando sofisticados sistemas de armas hipersónicas.
Kaufman y Waidelich recopilaron por primera vez información que indica que existe en China una línea de debate académico-militar que sugiere entre abandonar o no la política de no utilizar bombas nucleares como arma de primera opción. El consenso de que las armas nucleares eran para Beijing un seguro de disuasión frente a ataques externos está siendo puesto en duda. Se está argumentando al interior del país que el desarrollo de nuevas y mejores capacidades militares secundarias por parte de Estados Unidos erosiona la capacidad de que China sobreviva un ataque nuclear y pueda responder.
El citado trabajo muestra un cambio en la concepción del uso de la fuerza en una gran potencia ascendente. La idea de que China pueda estar comenzando a pensar las armas nucleares como ofensivas, y no meramente defensivas, debería preocupar a la región y a los Estados Unidos. El principal objetivo de Defensa de China es mantener una “estabilidad estratégica”.
Pensadores chinos argumentan que la estabilidad puede verse disminuida por una reducción en la vulnerabilidad mutua. Si Beijing percibe que Estados Unidos está mejorando sus capacidades militares, y entiende que esto pondría en riesgo la capacidad de supervivencia china, se verá justificada en avanzar en un desarrollo militar más agresivo.
Acciones como la formación del AUKUS o el envío de un submarino nuclear a Corea del Sur, aunque solo sea simbólico, pueden ser percibidos negativamente. La percepción del riesgo de los decisores chinos será fundamental en el desarrollo de nuevas políticas de Defensa y afectará potencialmente el equilibrio regional y mundial.